La comida es parte de la naturaleza y la naturaleza es inherentemente regenerativa, puede renovarse a sí misma. Durante miles de millones de años, los organismos en los sistemas vivos han crecido, prosperado y muerto, convirtiéndose en alimento para que comience un nuevo ciclo.
Podemos rediseñar nuestro sistema alimentario para reflejar este ciclo natural más de cerca y ayudar a la naturaleza, a las personas y a la economía a prosperar.
El problema con nuestro sistema alimentario actual
La forma en que producimos alimentos hoy en día es un factor importante tanto del cambio climático como de la pérdida de biodiversidad. Depende de cantidades cada vez mayores de fertilizantes sintéticos, pesticidas, combustibles fósiles, agua dulce y otros recursos finitos. Estos son una fuente de contaminación y daños a los ecosistemas y la salud humana. El uso intensivo de antibióticos en la agricultura también está relacionado con microorganismos causantes de enfermedades que se vuelven resistentes a los medicamentos.
“Si nada cambia, para 2050, el sistema alimentario por sí solo habrá agotado ⅔ del presupuesto mundial de carbono restante”.
Beneficios
Reducción de emisiones y suelos sanos que combaten el cambio climático
La producción regenerativa de alimentos puede reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la producción de alimentos al reducir la dependencia de insumos sintéticos y crear suelos sanos con altos niveles de materia Orgánica y una biodiversidad microbiana más rica. Los suelos sanos ayudan a restablecer el ciclo natural del carbono, lo que aumenta la capacidad del suelo para secuestrar carbono y luchar contra el cambio climático. Los suelos sanos resisten mejor la erosión y la compactación, y retienen mejor el agua, reduciendo el impacto de las sequías. Tienen una gran capacidad de infiltración, lo que reduce los efectos de las lluvias torrenciales y el riesgo de inundaciones.
“Más del 75 % de los cultivos alimentarios mundiales dependen de la polinización animal”
Aumento de la biodiversidad
La producción regenerativa de alimentos puede regenerar los sistemas naturales mediante prácticas, según el contexto local, como el uso de diversas variedades de cultivos y cultivos de cobertura, el pastoreo rotativo y la agrosilvicultura (cultivo de árboles alrededor o entre los cultivos o pastos). El resultado son tierras agrícolas que se asemejan más a ecosistemas naturales como bosques y praderas autóctonas, proporcionando hábitat a una amplia gama de organismos. Al reducir la necesidad de insumos sintéticos y pesticidas, los polinizadores y los microbios del suelo, esenciales para el mantenimiento de ecosistemas sanos, pueden prosperar.
Hoy en día, solo 12 especies de plantas y cinco especies animales representan alrededor el 75 % del total de calorías consumidas en todo el mundo.
Un suministro de alimentos más resistente
Al diversificar los tipos de cultivos que consumimos, un sistema alimentario positivo para la naturaleza es más capaz de resistir las crisis.
La producción regenerativa de alimentos hace que las cosechas sean más fiables y resistentes a largo plazo, al mejorar la salud de los suelos, los ecosistemas y las especies de las que dependemos. Esto puede hacer que las explotaciones agrícolas sean más resistentes a los efectos del cambio climático, como inundaciones, sequías y cambios en la temperatura y las precipitaciones.
Prácticas de agricultura regenerativa
Hay varias escuelas de pensamiento diferentes que los agricultores pueden aprovechar para aplicar el mejor conjunto de prácticas para impulsar resultados regenerativos en sus tierras, por ejemplo: agricultura regenerativa, agroecología, agricultura orgánica, permacultura, agrosilvicultura y agricultura de conservación. Las prácticas que se pueden adoptar dependerán del contexto, pero pueden incluir:
Minimizar la alteración del suelo;
mantener raíces vivas en el suelo durante todo el año mediante el uso de cultivos de cobertura y la rotación de diferentes tipos de cultivos;
aumentar la diversidad de plantaciones, a través de cultivos mixtos e intercalados;
integrar árboles, a través de la agrosilvicultura y otros medios;
utilizar el pastoreo rotacional del ganado;
utilizar insumos hechos de materia orgánica, que pueden reducir drásticamente o eliminar por completo la necesidad de insumos agrícolas sintéticos.