Parte de una serie de estudios de casos que ejemplifican elementos de los Objetivos universales de políticas para la economía circular (2021) en la práctica.
Francia está dando forma a una transición de todo el sistema hacia una economía circular con una ley ambiciosa que ha introducido varias medidas que son primicia mundial.
Un sistema derrochador
En 2016, Francia generó una cantidad considerable de residuos: 4,6 toneladas de residuos por habitante. Grandes cantidades de estos residuos posconsumo apenas se devuelven al sistema, caen por las grietas del sistema de gestión de residuos y terminan causando daños ambientales y amenazando la biodiversidad. De los 4,5 millones de toneladas de residuos plásticos estimados generados en 2016 en Francia, 80 000 toneladas acabaron contaminando el medio natural y 10 000 toneladas acabaron en el mar Mediterráneo. Esto condujo a la mayor contaminación por plástico en la región mediterránea ese año proveniente de Francia.
No solo eso, grandes cantidades de residuos posconsumo se gestionan mal, dando lugar a que productos y materiales se desperdicien antes de ser utilizados. Cada año, se destruyen en Francia productos no vendidos, totalizando un valor de 630 millones de euros. Cuando se destruyen innecesariamente productos perfectamente buenos, también se desperdician la energía y los recursos utilizados para producir estos bienes. La destrucción de bienes no vendidos genera de 5 a 20 veces más emisiones de GEI que la reutilización.
Los residuos innecesarios son un problema económico y social
Con el aumento del costo de la vida y los 9,3 millones de personas que viven en la pobreza en Francia, los residuos innecesarios se ven cada vez más como un problema tanto económico como social. Por ejemplo, en Francia se destruyen anualmente casi EUR 180 millones en productos de higiene y belleza no vendidos. Sin embargo, tres millones de franceses se ven privados regularmente de productos de higiene básicos, y las organizaciones benéficas que apoyan a las personas vulnerables enfrentan escasez crónica de estos productos de primera necesidad.
Una ley para el cambio de sistema
Para abordar estos problemas ambientales y sociales, Francia adoptó su Ley integral antiresiduos en 2020. La ley tiene como objetivo eliminar los desechos y la contaminación desde la etapa de diseño y transformar el sistema de producción, distribución y consumo de un modelo económico lineal a uno circular. Alienta a las empresas de varios sectores, municipios y ciudadanos a eliminar los residuos y adoptar prácticas más circulares. La ley tiene como objetivo:
eliminar gradualmente los envases de plástico de un solo uso para 2040;
eliminar los residuos, fomentando la reutilización y apoyando a las organizaciones benéficas;
abordar la obsolescencia programada;
promover un mejor sistema de gestión de recursos, desde la etapa de diseño hasta la recuperación de materiales;
proporcionar una mejor y más transparente información a los consumidores.